7 jul 2017

El contrato del Nunca Más ya no rige: los anticuerpos ya no están


(Publicado en La Nación:
http://www.lanacion.com.ar/2040424-el-contrato-del-nunca-mas-ya-no-rige-nuestra-vida-politica)


Pertenezco a la generación del Nunca Más. Eso puede significar cosas distintas; destacaría dos: un compromiso irrevocable con el respeto a los derechos humanos y una adhesión irrenunciable al sistema democrático. Ésa fue, según entiendo, la (doble) lección que aprendimos en la transición democrática, mirando hacia atrás. La vivencia del horror llevó a que trazáramos un antes y un después diciendo: Nunca Más vivir en dictadura, Nunca Más violaciones masivas de derechos humanos. La idea de democracia allí en juego implica, como mínimo, elecciones libres, derecho a participar, derecho a manifestarnos, a pensar distinto, a protestar, a vivir conforme a los dictados de nuestra conciencia. La idea de derechos humanos, mientras tanto, nos refiere, ante todo, y a la luz de lo acontecido, a que no haya más tortura, a que no haya más disparos contra el que piensa distinto, Nunca Más persecución de las ideas "enemigas".

El acuerdo en torno al Nunca Más se mostró firme cada vez que se lo puso a prueba, al menos hasta tiempos recientes. La fortaleza de dicho consenso pudo advertirse, de modo especial, con las muertes de Kosteki y Santillán; o, poco después, con el asesinato de Mariano Ferreyra. El hecho de que tales trágicos sucesos se convirtieran en marca lúgubre del nuevo siglo representó algo importante para la cultura democrática contemporánea: sin distinciones partidarias, todos repudiamos aquellas muertes que venían a romper inexcusablemente los límites que nos habíamos comprometido a respetar. Se habían atravesado fronteras que no debían atravesarse nunca. No fue el cálculo político lo que prevaleció entonces, sino el rechazo unánime. Con la voz en alto, impugnamos lo ocurrido reclamando otra vez: Nunca Más.

A los pocos años, sin embargo, ese pacto tembló. El contrato que nos mantenía juntos se mostró entonces ambiguo, borroso. La ilusión según la cual estábamos unidos en la base, más allá de las muchas diferencias políticas que podían separarnos, se confirmó como eso: un ensueño, un espectro que seguía firme por inercia. No se trataba sólo de que habíamos crecido; o de que las nuevas generaciones sostenían otro tipo de valores; o de que en la estabilidad democrática habíamos comenzado a privilegiar otros ideales. Tal vez hubo, entre los viejos creyentes del pacto, alguna ruptura. O quizás fue, más simplemente, la paulatina erosión del tiempo la que operó, hasta que quedara en claro que los compromisos asumidos no habían, en verdad, calado tan hondo.

Fue en los últimos años, sobre todo, cuando el quiebre se hizo más visible. Lo advertimos cuando subió la temperatura política, al calor de un agravamiento del conflicto social (simbolizado con la "crisis del campo") y de la agudización de las divisiones ideológicas reinantes. La defensa del lado propio -los propios intereses, las propias posiciones políticas- volvió a ponerse por encima de todo, para justificar aun el desplazamiento de lo indesplazable: la integridad física, la misma vida. Un hecho que apareció entonces como bisagra fue la masacre de Once. Allí se tornó obvio lo que para entonces ya resultaba evidente. Más de 50 muertos como producto de una corrupción desbordada, denunciada hasta el cansancio. Nada de eso bastó. Fueron muchos los que quisieron negar lo ocurrido. En ocasiones, para culpar al maquinista a cargo: se pretendió que la falla era individual, humana y obrera; y no estructural y de los funcionarios del gobierno. En otros casos, el propósito consistió directamente en cargar contra las víctimas, siguiendo la que fue la primera reacción del gobierno de entonces ("es que iban todos juntos, apelotonados en el primer vagón, buscando bajar primeros"). El acuerdo según el cual la muerte era la frontera infranqueable se mostraba rajado. Como a mediados de los 70, como durante la dictadura, se decidió relativizar el valor de los derechos humanos: era necesario "salvar" a un gobierno, negando las muertes.


Nisman fue la reiteración del mismo mecanismo, más allá de lo que uno piense acerca de la fragilidad de su informe o las causas últimas de su muerte. Producido su deceso, en lugar de unirnos en un frente común, reclamando por el esclarecimiento de lo ocurrido, comenzó a señalarse la culpabilidad del muerto. Ello se plasmó, del modo más cruel, con la distribución de miles de afiches denunciando la supuesta inmoralidad del fallecido. Otra vez la reprensible afrenta: una de las muertes políticas más importantes de la historia argentina debía ser sacada con urgencia de la escena. Otra vez el mismo esquema: la muerte no era tan importante o el muerto se lo tenía merecido. "¡Mírenlo rodeado de «conejitas»!" "¡Miren cómo ha dilapidado el dinero que tenía asignado!" Se trataba de los usos propios de los tiempos de la dictadura: trivializar la muerte del otro, si se trata de la muerte del enemigo; quitarle sentido a la vida, si otorgárselo sirve a los intereses de quien no está conmigo.

Lo mismo ocurrió con Milani. Fue ascendido a jefe del Ejército aunque pesaban en su contra las mismas razones que habían llevado a tantos militares de su clase a una condena de por vida: o se había ido demasiado rápido en aquellos casos o se pretendía ir demasiado despacio en éste. Otra vez se trató de no mirar, de no saber, de especular con la vida. Las muertes y las desapariciones que constituían el trasfondo común del acuerdo democrático de los 80 eran ahora puestas en duda. El oportunismo político, las necesidades de la coyuntura (proteger al gobierno de turno) se pusieron entonces por encima de los deberes de la resistencia moral, política y jurídica contra Milani, que exigían justicia y condena, en lugar de premiarlo designándolo al frente del Ejército.

El último caso que quiero mencionar refiere a la sucesión de crímenes políticos producidos en Venezuela. En los últimos meses, a raíz de la crisis radical del gobierno de Maduro, el gobierno venezolano se militarizó -sabemos bien lo que implica eso- y así llegaron la persecución de opositores; la tortura en las cárceles; el rechazo al pedido de revocatoria al gobierno; la supresión de elecciones; la criminalización de la protesta; el tratamiento de los opositores como terroristas. Los jóvenes muertos pasaron a ser, en este contexto, "agentes camuflados del Imperio." Otra vez: la necesidad política venía a justificar la aniquilación del otro; la negación de los opositores como ciudadanos iguales; el uso del aparato estatal para arrasar los derechos del "enemigo".

Retomando el hilo de lo dicho: por las muertes de Kosteki y Santillán cayó un gobierno; por Mariano Ferreyra marchamos todos unidos, sin distinción de partidos; más recientemente, frente al fallo "Muiña," el repudio fue sin fisuras. Sin embargo, Once, Nisman, Milani, los asesinatos sin final en Venezuela dejaron en claro la dimensión de la pérdida: el Nunca Más terminó. Las resistencias que muchos pensamos firmes, inquebrantables, frente a la dictadura, ya no se advierten: los anticuerpos ya no están más. Como en la dictadura, y como antes de la dictadura, aparece el cálculo frente a la muerte política: antes de condenar cada muerte, debe averiguarse primero quién se beneficia con esa condena. La muerte y la tortura ya no son límite: depende de dónde vengan. El contrato del Nunca Más ya no rige en la política argentina.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que más allá del poder simbólico del comentario, el análisis es cuanto menos exagerado. Sí, es cierto que los hechos que señalás (11, Nisman -no veo la relevancia de lo que ocurre en Venezuela porque no es un tema del cual mucha gente este interiorizada ni tenga una opinión al respecto, exceptuando a Atilio Borón) han dado muestra de la existencia de políticos inescrupulosos, razonamientos partidarios acríticos y hasta cierto desprecio por la vida ajena. Pero de ahí a decir que lo ganado con el Nunca Más se ha evaporado me parece que hay un salto gigante. Elecciones democráticas desde el fin de la dictadura hasta el presente, libertad de expresión, reanudación de los juicios contra los militars, juzgamiento de los ex funcionarios acusados de corrupción (aunque se pueda objetar la labor concreta de algunos jueces), me parece que son todos indicadores de que, sin menospreciar la gravedad de los hechos que vos señalás, ese Nunca Más está lejos de haberse erosionado.
tomás

rg dijo...

creo que te equivocas a dos puntas
1) venezuela no es boron, es el congreso mismo negandose a repudiar lo ocurrido, porque ojo que...
2) la erosion del nunca mas no es lo mismo que la erosion de la democracia (en muerte lenta como diria o donnell). parte de lo que señalo: la tortura y la muerte son condenables depende de donde vengan y quien se beneficia o perjudica con lo que uno diga. nunca mas no es todo, ni es sinonimo de democracia, que parece tan firme como degradada

Anónimo dijo...

A 40 Años de la Noche de las Corbatas: Nunca Más!!!

Diego.

andresvas dijo...

Como bien decís cuando te referís a la Corte, vos también elegís de lo que hablás (y de lo que no), evidentemente todos rompieron el pacto. Sólo importa seleccionar los hechos para que dé conclusión K o antik, según quién hable. O callar cuando la realidad sea directamente impresentable.

Eduardo Reviriego dijo...

El pacto del Nunca Más se rompe en el año 2003, cuando Néstor y Cristina deciden ir por los Derechos Humanos, como una forma de enmascarar su proyecto de saqueo del Estado, convirtiendo a muchas organizaciones y militantes en sus cómplices. Es una historia que todavía no se ha investigado en profundidad, y que va mucho más allá de compartir unos sueños.
Pero el Nunca Más, como un rechazo total a cualquier forma de violencia política,también resultó rechazado en el último acto del 24 de marzo, cuando todas las organizaciones de Derechos Humanos reivindicaron acríticamente la violencia política de los años 70 llevada a cabo por los militantes que se consideraban como revolucionarios.

Anónimo dijo...

Los lectores de "La Nación" le recuerdan, a mi entender con razón, una omisión que habla de que ese pacto quizás estuvo roto desde el comienzo: la negativa a pensar sobre la violencia política de los 70 en términos críticos a lo Claudia Hilb. En la medida en que esa violencia siga naturalizada al amparo de una versión romántica de las organizaciones armadas, ese pacto será defectuoso. De mi parte agregaría un ejemplo más: los linchamientos y ciertas tentativas sociales y políticas de justificación. Mario

Anónimo dijo...

No coincido con tu análisis. En primer término me parece que hay un sector importante de la sociedad para la que los DDHH nunca fueron un tema decisivo o siquiera importante. Mas aún para otra parte los DDHH son solo un invento de los zurditos.

Dentro de aquellos que con diversos matices han participado en apoyo a los DDHH hay y siempre hubo amplias diferencias. No creo que haya habido posiciones monolíticas marcadas: aun dentro de los organismos de DDHH se han expresado en distintos momentos desacuerdos relevantes, inclusive ventilados en forma pública.

Respecto de los ejemplos que brindás no creo que sean equiparables. Mi percepción es que la masacre de Once generó un repudio generalizado que se manifestó en forma muy clara y que costó la renuncia y procesamiento de funcionarios de primer nivel y, lo que es igualmente importante, la de empresarios vinculados. Lo de Nisman me parece mucho mas complicado de analizar: el uso político de su muerte fue hecho en gran medida por los que se proclamaron como sus defensores (de hecho lo siguen haciendo de modo cada vez mas vergonzoso) y la marcha armada con la presunta idea de pedir el esclarecimiento de su muerte será recordada precisamente por su baja calidad y oportunismo: distó mucho de ser una marcha por DDHH y su finalidad real fue política (ciertos fiscales que en ella marcharon y hasta la encabezaron no son precisamente adalides de los DDHH, como todos sabemos sin considerar la presencia de Pando....). El nombramiento de Milani fue ampliamente criticado aún por aquellos que apoyamos criticamente al kirchnerismo. Respecto de Venezuela: no creo que el acuerdo del Nunca Mas alguna vez se haya extendido seriamente mas allá de los que pasa fronteras adentro del país; excepto para un grupo muy limitado de personas y siempre con diferencias importantes entre ellas.
La posible vigencia del Nunca Mas, en forma reciente, se pudo ver en el repudio generalizado al 2X1 expresado no solo en la masiva manifestación sino también en las encuestas de opinión, lo que llevó al parlamento y al ejecutivo a mostrarse como corderitos sorprendidos...un poco tarde, pero lo tuvieron que hacer). Es decir, es un acuerdo que de alguna manera sigue vigente. Nunca abarcó a todos al momento de mirarnos en el espejo cada noche y saber quienes en verdad somos. Pero si ha forzado y aún fuerza a que algunos deban proclamarlo sin mayor convicción; pero es importante que deban hacerlo. Ese deber es el que marca la vigencia del acuerdo.
Finalmente el acuerdo del Nunca Mas nunca fue ni va a ser un puerto seguro, algo que se haya logrado de una vez y para siempre; sino una construcción necesaria del día a día. Creo que esa es la gran deuda que tenemos todos con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, pero también con gente como Perez Esquivel, Mignone, etc. Ellos nos han enseñado que esa es una defensa incesante en la que no puede haber renuncias, pero en la que si existen matices y posturas diferenciadas. Finalmente, por su propia fragilidad es que es necesaria la memoria.

rg dijo...

andres, estoy hablando de la muerte y vos me hablas del kirchnerismo. el kirchnerismo esta terminado, no me interesa terminar con el. hablo si, de algunos ex amigos que de defensores de los derechos humanos pasaron a trabajar para dar apoyo a proyecto x, a la espia de sus ex colegas, a la defensa de milani

rg dijo...

por otra parte, andrès, tu comparaciòn entre lo que hace una corte millonaria con el control de parte del aparato coercitivo del estado, y capacidad para limitar el contenido y dimensiòn de nuestras libertades, con lo que hace un individuo en un inocuo blog, en ejercicio de su libertad de conciencia, me parece absurda y penosa

Anónimo dijo...

La generacion sub 30 en argentina esta muy mal de la cabeza. Todos resentidos y autoritarios. Asi nos va.

Anónimo dijo...

roberto disculpame, pero andres siempre fue respetuoso, en todos sus comentarios, y en este también
te señaló un punto muy hiriente, y te tocó el nervio antik que te hace saltar mal
este no es un inocuo y desapercibido blog. sos una voz relevante del discurso público, titular de la uba y utdt
nadie quiere comparar tu poder con el de la corte, simplemente hablando no sos el hijo de la vecina, y todos lo sabemos, vos también

rg dijo...

yo lo quiero y respeto, pero siempre nos peleamos un poco. aca el punto es que las acciones de la corte , por su propia naturaleza, son fundamentalmente dirigidas a afectar a otros, a traves del uso de los medios del poder estatal, y las acciones de uno con lo que escribe merecen estar fundamentalmente marcadas por lo que uno libremente piense al momento. ese "libre albedrio" no lo tiene que tener la corte, y por eso es importante controlar el modo en que define su agenda. eso es incomparable con las acciones de uno y lo que elige pensar

andresvas dijo...

Hola Anónimo 4.43, gracias por la ayuda; Roberto gracias por la respuesta. Mandé una respuesta ayer tarde pero se perdió. Decía ahí que lo que uno discute es el procedimiento selectivo como modo de argumentación, eso vale tanto para evaluar un argumento del kioskero de la esquina como del presidente del Planeta Tierra. Valoro tu humildad pero si estamos acá debatiendo es porque inocuo tu blog no es y vos no sos precisamente un individuo cualquiera. Más bien que valoramos la libertad de conciencia y sobre esa base sincera intercambiamos opiniones. Justamente desde esa libertad , supongo que como verdaderamente ignota parte de esa generación del Nunca más me parecía bueno contarte lo que me pasa cuando leo esa selección que, además de en tu blog, sale en LN y se me ocurre es tan tranquilizadora para cualquier lector medio del diario , algún problema debe haber ahí si desde la izquierda se propone algo tan tranquilizador para cualquier lector promedio de centro o centroderecha.

Anónimo dijo...

Me parece que Andres en su último comentario brinda una muy buena aproximación respecto de la necesidad de considerar la oportunidad y el medio donde expresar "libremente" las ideas. Ni el medio ni los ejemplos por vos elegidos pueden ser considerados neutros: ambos constituyen parte del mensaje. Ciertamente para el grueso de los lectores de LN la lectura de tu artículo no puede ser otra que la que él menciona: va en la línea editorial del diario, el que ciertamente no ha abundado en posiciones a favor de los DDHH. Ese mismo debate en la Izquierda Diario, por poner un ejemplo, tendría una lectura muy distinta, mucho mas rica y en verdad oportuna para discutir sobre DDHH.
Agradezco, pese a la crítica que esto supone, tu honradez de publicar su (y espero también mi)cuestionamiento.
Saludos

Unknown dijo...

Estimado Roberto Gargarella:

A mi humilde entender, su análisis quedó incompleto. Omitió Ud. hacer referencia a las nuevas narraciones aportadas por el gobierno de Cambiemos. Éstos han degradado más que ninguno los valores inherentes al NUNCA MÁS, tanto en las voces de funcionarios públicos (ej., Lopérfido) como en los espacios otorgados a personajes de opinión autoritaria, sectaria, xenófoba en los medios de comunicación dominantes coligados al hoy oficialismo.
Se puede notar un resurgir de la teoría de los dos demonios, un negacionismo de la doctrina de la seguridad nacional, del plan económico dirigido desde los Estados Unidos; la relativización del discurso puro de derechos humanos y de justificación de los gobiernos dictatoriales.
La represión a la protesta social (evidenciada claramente en la represión a los docentes bonaerenses y, antes, en la represión al borda) en todas sus formas y sus justificaciones gubernamentales y mediáticas.
Los nuevos impulsos punitivistas que pretenden resolver la cuestión securitaria apelando a la represión como única solución.

Por lo cual, incluyendo éstos elementos y otros que seguramente omití, podría derivarse de su hipótesis (la resolución del contrato del Nunca más) consecuencias mucho más nefastas:
Un importante segmento no sólo de la dirigencia política sino de la sociedad argentina no se siente identificada con el Nunca más y por lo tanto no lo cree vinculante.
Sin más, mis más respetuosos saludos.
Fernando Mendez, asiduo lector suyo.

Anónimo dijo...

Corbatas

Por César Arese

(Leído en el acto de descubrimiento del Monumento a los abogados laboralistas víctimas de la dictadura militar, Plaza de la Intendencia, Córdoba, 7/7/17)



Corbata de seda para la primera causa

Corbata roja frente a la injusticia

azul de las buenas causas

celeste de la democracia

blanca de la libertad………



Corbata arrugada en la valija del exilio

Corbata al viento de las nuevas ideas

Corbata que ahoga en la primera audiencia

Corbata suelta del fin del pleito

Corbata caída con el primer amor



Corbata como pañuelo de nuestras abogadas

Corbata como pañuelo blanco de nuestras madres

Corbata trémula frente al fusil

Corbata como paloma en la protesta

Corbata que sofoca ante la injusticia



Corbata requisada en la entrada del penal

Corbata del juez imparcial pero no neutral

Corbata negra de los abogados que no están

Corbata desaparecida de Altamira,.. de Patrignani.., de Bernard.., de los Gallardo….. de Fresneda

Corbatas que seguimos buscando…

Corbata que escribió con Norberto Centeno la Ley de Contrato de Trabajo

Corbata que vistió Norberto Centeno en su hora final

Corbata bien puesta de Norberto Centeno!!!



Corbata fiel de balanza de la justicia

Corbata de hierro para la injusticia

Corbata de fiesta cuando se hace justicia



Corbata del argumento, del fundamento, del estudio, del luchemos, de las causas perdidas, del quizá...

Corbata de la garganta del ¡¡¡Nunca Más, Nunca Más, Nunca Más!!!


Saludos,
Diego.